Las E actividades
LAS E ACTIVIDADES EN LA ENSEÑANZA ON LINE
Nota importante:
En esta lectura nos aproximamos a una descripción de las e-actividades y su importancia en los procesos de docencia en línea según los autores Julio Cabero y Pedro Román de la Universidad de Sevilla, y se utiliza como punto de partida en el Curso Online: "E-actividades 2019-2020 Diseño de e-actividades para
entornos virtuales" de la UNiversidad Andina Simón Bolívar de Quito-Ecuador.
1.
Introducción
Uno de los cambios que traerá consigo la formación
on-line se referirá a las funciones
y roles que desempeñarán los profesores, así como a los diferentes tipos que
existirán.
En
el primero de los
casos podemos hablar que frente al usual rol del profesor como transmisor de información,
que es el que desempeña en modelos presenciales tradicionales, en los virtuales a los que nos referimos se ampliarán los mismos y alcanzarán otros nuevos
como exponemos en la figura n.º 1.
Figura
n.º 1.
Roles
del profesorado en los nuevos contextos
Por
lo que respecta al segundo,
podremos distinguir diferentes
tipos de profesores que pueden participar en una acción formativa apoyada en la
red. En concreto, podemos hablar de: director/diseñador del curso, proveedor de contenidos, tutor y evaluador; es decir,
van desde aquel en el cual el
profesor se hace responsable de organizar, diseñar, supervisar y poner en funcionamiento
la acción formativa, hasta aquellos en los que únicamente se dedica a evaluar las
actividades realizadas por los estudiantes, ofrecer los contenidos, o autorizar a los estudiantes.
Lógicamente podrá desempeñar varios
al mismo tiempo, pues ellos no implican incompatibilidad.
Conjuntamente
con las funciones de
tutorización y proveedor de contenidos, otra de las más significativas
es la que se refiere a la preparación
de actividades para que los alumnos trabajen cognitivamente con la información
y profundicen en la misma.
Diferentes son los autores que han planteado la importancia que la
realización de las actividades tienen para el aprendizaje en red. Así por ejemplo, como podemos observar
en la figura n.º 2, Moreno y Baillo-Baillière (2002, 54) las sitúan como una de
las variables críticas del
sistema de aprendizaje en red, que se encuentran además en completa relación
con el resto de variables del sistema.
Figura
n.º 2. La red de aprendizaje on-line [Moreno y Baillo-Baillière (2002, 54)].
Su
importancia se
indica por los autores anteriormente citados en los siguientes términos: “… las
actividades constituyen un poderoso
multiplicador del valor formativo latente en los contenidos (por ejemplo
mediante la realización de frecuentes
autoevaluaciones a través de preguntas cortas con corrección automática), en las relaciones con otros
compañeros de curso (mediante actividades secuenciadas y con un contenido y procedimientos bien
establecidos) y con
el tutor o consultor (que actúa como evaluador, moderador, facilitador,
etc.)”.
Realizados
estos comentarios señalar que diferentes son los aspectos que vamos a tratar en el presente capítulo,
en concreto con él intentaremos responder a las siguientes cuestiones:
¿qué podemos entender por e-actividades?,
¿qué funciones pueden
desempeñar?,
¿con qué diferentes modalidades
nos encontramos?,
¿qué variables debemos tener en
cuenta para que una e–actividad sea percibida como útil por el estudiante?,
¿qué condiciones deben poseer las
e-actividades?,
¿qué diferentes e-actividades
pueden desarrollar los profesores? y ¿cómo seleccionar las e-actividades?
2. ¿Qué podemos
entender por e-actividad?
Estamos
de acuerdo con Fuentes-Guerra
y García (2003, 147), cuando señalan que el “concepto de actividad en el
proceso de enseñanza
aprendizaje es muy genérico y no tiene que ir obligatoriamente asociado
a movimiento o acto manipulativo del alumnado sino que se refiere a todas aquellas acciones (de observación,
escucha, trabajo en equipo…) que nos lleven a facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje”.
Dicho
en otros términos, con las actividades
nos referimos a diferentes acciones
que los alumnos llevan a cabo en completa relación con los contenidos e
informaciones que les han sido ofrecidos. Si estas actividades son presentadas, realizadas o
transferidas a través de la red, entonces las podemos considerar como
e-actividades.
Tenemos
que señalar que sus
características y funcionalidad serán las mismas que las realizadas en contextos presenciales,
si bien las diferencias
fundamentales nos las encontremos en las posibilidades que nos ofrece la red
para favorecer un contexto interactivo tanto con la información, como entre los
diferentes participantes de la acción formativa, profesores y alumnos.
Por otra parte, la red
permitirá que los estudiantes puedan realizar no sólo actividades de carácter
individual sino también grupales y colaborativas, sin olvidarnos de las
posibilidades que la red nos ofrece para crear entornos multimedia e hipertextuales.
3. ¿Qué funciones pueden
desempeñar?
Creemos
que ya debe quedar lo suficientemente claro que, desde nuestro punto de vista, la importancia de las acciones
formativas en red no está tanto en los contenidos e información que se le
presenten a los estudiantes, que tienen su importancia, sino también en la interactividad
que se pone en funcionamiento para que el proceso de aprendizaje no se convierta en una acción pasiva
y memorística, sino activa y constructiva.
Como
señalamos en otro momento (Cabero y Gisbert, 2005, 92): “Si no queremos convertir los
entornos de formación en red, en entornos puramente expositivos de bloques de
datos y de información, ante los cuales el alumno lo único que debe
hacer es memorizar la
información que se le presenta, se deben incluir una serie de actividades con las cuales persigamos
diferentes objetivos que vayan desde la comprensión de los contenidos, la transferencia a otras
situaciones y hechos diferentes a los presentados, o la profundización en los mismos.
En
contrapartida con lo que venimos afirmando tenemos que señalar que la mayoría de los sitios web
formativos, es decir con algunos materiales didácticos, con los que nos
encontramos están diseñados
para soportar simplemente una actividad: la lectura y memorización del material
por parte del estudiante, lo que indirectamente sugiere un modelo pasivo de
aprendizaje”.
Las
funciones que
pueden desempeñar las e-actividades son diversas, e irán desde las que se persiguen con ellas
objetivos claramente cognitivos, hasta las que únicamente pretendan en su realización la
motivación y la socialización del estudiante con el resto de compañeros
de la acción formativa.
En
líneas generales, y sin la pretensión de acotar el tema, podemos señalar las
siguientes funciones
que pueden desempeñar las e-actividades:
-
Clarificación de los
contenidos presentados.
-
Transferencia de la
información a contextos y escenarios diferentes en los cuales fueron
presentados.
-
Profundización en la materia.
-
Adquisición de vocabulario
específico.
-
Socialización.
-
Aplicación de los
contenidos a su actividad profesional actual.
Como
señala Solectic
(2000), la especificidad de
los materiales didáctico, requiere que se ubiquen una serie de
actividades que ayuden a que
los alumnos pongan en juego sus recursos, estrategias y habilidades y
participen en la construcción del conocimiento. Como sigue afirmando el
autor anteriormente citado las actividades sirven para que los alumnos desarrollen diferentes
operaciones cognitivas de distinto índole. “En todos los casos, las
actividades propuestas en un material de estudio demandan el empleo progresivo de estrategias cognitivas de
mayor complejidad que le permiten al alumno avanzar en la comprensión de los
temas en diferentes niveles de aplicación o reconstrucción de los conocimientos
adquiridos” (Solectic, 2000, 126).
Por
otra parte no debemos olvidarnos de que las e-actividades que se les pongan a
los alumnos pueden también
servir para otras funciones además de las indicadas; en concreto pueden
ser de verdadera utilidad para llevar a los alumnos para que “aprendan a aprender”, pueden servir
también de puente para que los
alumnos lleven a cabo un procesamiento profundo de la información que se
les está presentando, sin olvidarnos de que pueden ser de verdadera utilidad
para que los alumnos profundicen
de forma voluntaria en los conceptos que le han sido presentados.
En
su puesta en acción
es importante contemplar las limitaciones
que indica Barberá (2004, 84) que presentan las e-actividades, y que son:
“– Dependencia de un ordenador y de la conexión a la red y la falta
de acceso por cualquier otro motivo.
–
Ser una copia excesivamente
fiel a las actividades presenciales, por lo que no parece necesario su
desarrollo.
–
Inferioridad de condiciones
por la propia costumbre de desarrollo en el ámbito escolar respecto de
las actividades presenciales.
–
Falta de formación virtual
previa tanto por parte de los profesores como por parte de los alumnos”.
4. ¿Con qué diferentes modalidades
nos encontramos?
Digamos
desde el principio que los comentarios que vamos a realizar serán limitados,
pues ya abordaremos la problemática en un capítulo específico de nuestro libro.
Como ya hemos señalado anteriormente, las e-actividades que podemos desarrollar
con los estudiantes pueden
ir en un continuo que van desde aquellas que persiguen la acción independiente
por parte del estudiante, hasta las que pretenden acciones grupales y colaborativas
entre los mismos.
Stansfield (1999, 63-64) agrupa las actividades en dos grandes categorías: personales y sociales. En las primeras incluye: actitud y capacidad para intentar nuevas formas de hacer
las cosas, tomar responsabilidad sobre su propio aprendizaje, interesarse
por los propios procesos de aprendizaje, reconocimiento de los beneficios y
limitaciones de los conceptos tradicionales de conocimiento y comprensión y sus
conexiones con su experiencia, estilo de aprendizaje activo, ansias para el
conocimiento, la comprensión y la experiencia; favorecer un proactivo y
entusiástico aprendizaje.
Y
en las segundas:
habilidad para ver la relevancia de su desarrollo en un contexto más amplio de
ellos (percepciones de los
valores de los otros), habilidad para captar en su amplio contexto el poder pensar fuera del contexto
escolar, desear el
desarrollo de los demás, buena disposición para la participación, la
habilidad para admitir el
valor intrínseco de las contribuciones de sus pares, preparación para poner un esfuerzo extra y para
seguir las instrucciones de los tutores, y la habilidad para ejercer el pensamiento independiente y
restringir la confianza. Este mismo autor señala que su utilización puede servir, para cambiar tanto los
conocimientos a adquirir por los estudiantes, como sus destrezas, actitudes y
características de la personalidad; si bien reconoce que cada uno de
ellos muestra una dificultad específica.
5. ¿Qué variables debemos
tener en cuenta para que una e-actividad sea percibida como útil por el
estudiante?
Diversos
son los hechos que pueden
repercutir para que los estudiantes perciban la actividad como útil e
interesante para la acción formativa que están realizando, y que la
aborden con el máximo interés y esfuerzo posible.
En
este sentido pueden sernos útiles una serie de orientaciones:
–
Que exista una pertinencia
adecuada entre la e-actividad, y los contenidos y la información que se
le están presentando.
–
Que los alumnos la perciban como interesante y útil.
–
Que se les dé tiempo
suficiente para que pueda ser realizada y cumplimentada sin
dificultades.
–
Tipología diversificada
en las e-actividades que se presenten a lo largo de la acción formativa.
–
Que conozcan los criterios
de evaluación.
–
Adecuación al nivel educativo/formativo
que tengan los estudiantes.
–
Que el esfuerzo venga del trabajo a invertir, no en la comprensión de lo que se
le exige. Claridad en la
presentación de la e-actividad.
Para
finalizar este apartado nos gustaría llamar la atención sobre la variable tiempo, ya que
desgraciadamente ésta algunas
veces no es bien considerada por el profesor cuando planifica las
e-actividades, ya que tendemos a contemplar únicamente el tiempo que el
profesor piensa que debe invertir el estudiante en su realización y
cumplimentación. Y la realidad
es que los tiempos que debemos tener en cuenta son mayores y diversos que el
especificado, como señala Solectic (2000, 130): “Sucede que la propuesta de actividades se privilegia a la hora del diseño
y la redacción de los
materiales, pero no se toma en cuenta que es necesario disponer una
parte del curso para su resolución y para su devolución a los tutores. El tiempo de estudio estipulado
concierne fundamentalmente a la lectura de los materiales o textos
bibliográficos y las orientaciones para su lectura que ofrecen las guías
de estudio. Por este motivo las actividades que con más frecuencia el alumno
llega a concluir son aquellas destinadas exclusivamente a mejorar la
comprensión lectora”.
En
definitiva, es importante que
a la hora de especificar el tiempo se realice una planificación tan cuidada que
permita el suficiente
para que a todos los alumnos
les de la oportunidad de realizarla con claridad, reflexionar sobre la misma, y
preparar sus respuestas. Ello sin lugar a dudas será muy ventajoso sobre
todo para los alumnos que presentan diferentes limitaciones: formación, manejo
instrumental de las tecnologías, dificultad de comprensión y expresión,
problemáticas para relacionarse con los demás en las actividades colaborativas...
6. ¿Qué condiciones deben
poseer las e-actividades?
En
las e-actividades que se les presenten a los estudiantes se deben incluir diferentes
aspectos que les sirvan de ayuda y orientación, tanto para su
realización, como para saber la forma en la cual deben cumplimentarla y
presentarla, así como también para que conozca los criterios que se manejarán para su evaluación y
calificación.
En
su presentación debemos incluir una serie de aspectos que le sirvan de ayuda, guía y orientación a los
estudiantes para su realización, entre los cuales, y sin ánimo de
acotarlos, podemos incluir los siguientes:
–
Especificar con claridad el
contexto y el entorno donde se debe realizar la e-actividad.
–
Dejar perfectamente claros los límites temporales que se piensan asumir para realizarla y
entregarla.
–
Señalar la forma de envío al
profesor: correo electrónico, subirla por ftp a un servidor…
–
Indicar los diferentes
recursos que podrá movilizar el estudiante para su ejecución:
materiales, documentos, direcciones webs…
–
El número de participantes que
pueden realizar la actividad y la modalidad de participación (individual, grupal…
reparto de trabajo, trabajo colaborativo…) que se permite.
–
Conductas que se espera que
sean desarrolladas por los estudiantes, y explicitación de las conductas
que se consideran deseables.
–
Criterios que se
utilizarán para valorar la ejecución de la actividad.
–
Y formas en las cuales se deberá de presentar la realización de la actividad:
estructura, tipo de material,
tamaño/volumen, composición…
7. ¿Qué diferentes e-actividades
pueden desarrollar los profesores?
Digamos
desde el principio que las
e-actividades que podemos desarrollar con nuestros estudiantes son inicialmente
las mismas que se pueden derivar de la enseñanza presencial, ampliándolas con aquellas
específicas que la red aporta.
Al
respecto nos encontramos con diferentes
propuestas realizadas por distintos autores e instituciones. Así la Universidad de Maryland
(2004) ha elaborado un sitio
web para ayudar a los profesores a diseñar los sitios y ubicar diferentes
actividades, y en estas últimas señala como las pertinentes a realizar
las siguientes: aprendizaje conceptual, resolución de problemas, análisis de
objetos y documentos, recoger datos y sintetizarlos, estudio de casos,
presentaciones por profesores y por estudiantes, aprendizaje colaborativo,
realización de investigaciones, y laboratorio virtual y visitas de campo.
Moreno y Baillo-Baillière (2002, 59), por su parte también
nos llaman la atención sobre un conjunto de actividades que pueden ser realizadas en la red: explicaciones en red, presentaciones de los alumnos,
actividades de repetición,
rastreo de información,
investigación guiada,
análisis guiado, trabajo en
equipo, tormenta de
ideas, estudios de
casos, juegos de
rol, crítica de grupo,
simulaciones, instrucciones de uso, y juegos didácticos.
Harris
(1995) en su Problem-solving projects establece diferentes tipos de actividades que pueden ser
realizadas por los estudiantes, y nos habla de: búsqueda de información (a los estudiantes se les
presenta diferentes problemas e información para que los puedan resolver), procesos escritos electrónicos
(los estudiantes realizan ensayos y poemas y reciben las sugerencias de otra
serie de compañeros), creación
de secuencias (dibujan un documento), resolución paralela de problemas (diversos
estudiantes trabajan de forma independiente para resolver un problema), reuniones virtuales (Chat,
irc), simulaciones (trabajo
colaborativo en línea para recrear un evento, diseño de contextos, manipulación
de variables…), proyectos
de acción social.
Barberá (2004, 86) nos habla de que pueden darse diferentes tipos de
ellas.
Algunas
de las cuales son para los estudiantes de forma individual: autoaprendizaje electrónico, cubículos virtuales, aprendizaje cognitivo, autorización inteligente,
laboratorios virtuales,
y proyectos telemáticos;
o de forma grupal:
proyectos telemáticos,
grupos cooperativos, círculos de aprendizaje, debates, y comunidades virtuales de aprendizaje.
Nosotros (Cabero y Gisbert, 2005, 9) realizamos una clasificación de aquellas
actividades que podrían realizarse en entornos de formación en red, y en
concreto identificamos las siguientes: proyectos de trabajo, visitas a sitios webs, análisis y reflexión de la información presentada, realización de ejemplos presentados,
análisis de imágenes,
estudios de casos, resolución de problemas y
lectura de documentos.
A
las propuestas realizadas por estos autores, podemos incorporarles otras como las siguientes:
–
Búsqueda adicional de
información o de ejemplos.
–
Trabajar con un caso
para resolver un problema y contribuir con materiales adicionales para que el
caso sea usado por otros.
–
Participar en una
situación de juego de roles y guardar los resultados de otros para
considerarlos.
–
Crear un informe para ser
usado como recurso de aprendizaje por otros.
–
Crear productos, tales
como multimedias o su diseño, que también pueden ser utilizados por otros.
–
Extender y aplicar
principios teóricos a nuevos escenarios y añadir estos resultados.
–
Participar en una discusión y
grabar los aspectos claves para ser usados por otros.
–
Se pueden desarrollar diferentes tipos de actividades en Internet, como las siguientes:
–
Aprendizaje conceptual.
–
Solución de problemas.
–
Análisis de objetos y
documentos.
–
Reunión de datos y
síntesis.
–
Estudio de casos.
–
Laboratorios virtuales y
viajes al campo.
–
Presentaciones por los
estudiantes.
–
Aprendizaje colaborativo.
–
Investigación auténtica.
En
el capítulo siguiente veremos algunas propuestas y las analizaremos
específicamente.
8. ¿Cómo seleccionar las
e-actividades?
Los
criterios que podemos movilizar para la selección y determinación de las
e-actividades más adecuadas a nuestra situación son diversos, y algunos de
ellos pueden ser los siguientes:
–
Pensar en las actividades
más usuales que se pueden desarrollar en el campo científico-temático en el
cual nos desenvolvemos.
–
Tener presentes las características
de los alumnos: dominio del vocabulario, edad, experiencia profesional,
situación laboral,…
–
Plantear actividades que
puedan movilizar en el estudiante diferentes tipos de capacidades.
–
Contemplar en la selección las actividades que sean más motivantes para los alumnos.
–
Tener en cuenta las posibilidades
que la red ofrece para su desarrollo y cumplimentación.
Para
finalizar nos gustaría señalar las palabras de Barberá (2004, 45) cuando nos indica: “La mayor parte de las e-actividades
que encontramos son de naturaleza simple y no aportan al formato de
lápiz y papel más que la sistematización
y la posibilidad de repetición hasta la saciedad y de transmisión electrónica al propio profesor”.
Fuente: https://eva-andinavirtual.uasb.edu.ec/course/view.php?id=3470§ion=1 consultada el 12 de enero del 2020 a las 18h20.
Dr. MSc. José Rafael Núñez
Dr. MSc. José Rafael Núñez
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